El hostel estaba muy bien ubicado, a
pocas cuadras de la plaza antes mencionada, el primer día fuimos a
la mezquita azul y después mate en la rambla del mar Marmara,
actividad montevideana por excelencia...la rambla de Estambul tiene
su encanto, mucho movimiento, el agua azul, pescadores, bañistas,
gatos y gaviotas conviven en ese lugar que nos atrajo y retuvo.
Un par de días después volvimos y compré lo que creo va a ser el recuerdo material mas lindo del viaje, compañera si las hay, esa que sabe callar y estar siempre que la necesito!
El Mato y la Broca estaban decididos,
Santa Sofía era el destino, la antes catedral luego mezquita y ahora
museo que supe estudiar en historia universal quedaba a 10 min de
nuestro hogar transitorio, ahí fuimos.
Las dimensiones de ese lugar son
impresionantes, hay un gran contraste entre el tosco exterior y el
colorido e iluminado interior...de afuera no te lo imaginas ni ahí.
Los colores dominan, el juego de luces y la luz que salva esa cúpula,
el espacio es enorme, grandes candelabros suspendidos en el aire
parecía que iban a caer en cualquier momento, mosaicos en azul y oro
brillaban en algunas de las paredes, mientras en el resto predominaba
el amarillo.
La mezcla era rara, cristianismo e
islamismo en un solo lugar.
La cisterna de la basílica fue un
lugar que no me esperaba, enterrado, infinidad de columnas armaban
esa gran cueva subterránea en la que en alguna época guardaban agua
potable para resistir los asedios a la ciudad.
Atravesamos el puente para ir a la
torre de Galata, otro de los iconos...no subimos, de afuera se veía
muy bien, el entorno estaba lleno de locales y turistas, escuchamos
un poco de música tradicional...llegamos a una callecita repleta de
casas de instrumentos.
Un par de días después volvimos y compré lo que creo va a ser el recuerdo material mas lindo del viaje, compañera si las hay, esa que sabe callar y estar siempre que la necesito!
Pablito
Vamoooo!
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