El viaje cambió completamente su
dinámica. No hace falta más tiempo de camioneta para notar que las
preocupaciones ahora son otras. El itinerario se vuelve intenso y no
puedo evitar sentir que vamos de pasada de lugar en lugar. El
esfuerzo por comprender el funcionamiento, la gente y el paisaje de
cada destino es mayor que antes y se convierte en un verdadero
desafío. El poder de síntesis debe ser mayor.
Como hablar de Liverpool luego de
solamente una noche más algunas horas ahí. No me creo capás de
escribir sobre su gente ni sobre sus costumbres sino que solo me
limitaré al paisaje y a la extraña y agradable energía que aquí
se genera.
Construcciones muy antiguas y en muy
mas estado decoran las afueras de la ciudad a la cual se accede a
través de amplias calles en donde grandes canteros dividen el
transito. Hacia el centro, la modernidad salpica y se hace presente
en medio de lo más antiguo sin sacarle a éste el protagonismo que
caracteriza al paisaje. Adoquines, ladrillos y casas muy apretadas
conforman zonas aisladas entre sí por grandes avenidas en donde se
ubican catedrales, teatros y museos haciendo que la ciudad cambie de
forma constantemente.
Bastó con caminar un rato, sin rumbo
por las calles para notar el orgullo por el fútbol y la música.
Claramente The Beatles dan identidad al lugar que se saca las ganas y
coloca sus caras por todas partes. No es para menos.
Remeras, stickers, pins, parches,
afiches, nombres, comercios... todo tiene relación a la antigua
banda que supo da vida al lugar.
Matiolo
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