La casa:
Dos paredes en ángulo recto y libros, música, un piano, infinidad de partituras al costado de un sillón, algunas plantas respirando y la luz tenue que señala la gran biblioteca.
La transición:
La curiosa silueta de una ciudad tan típica se apaga lentamente recortando al cielo que sabe lucir tonos de rosado.
La Costumbre:
Una pareja en lo más alto de una colina verde observa la ciudad mientras conversan entre queso y champagne.
El vino:
Que sabe conjugar perfectamente con todo lo que acontece se vuelve tan típico como todo lo anterior.
Un día en París:
Matiolo
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