jueves, 19 de abril de 2012

JAZZ SESSION @ THE FAT CLUB

A medida que bajábamos las escaleras que componían la entrada del bar el volumen de la música aumentaba; batería, contrabajo, saxo y piano que de a ratos daban lugar a la guitarra eléctrica y trompeta. Los músicos iban y venían mientras nosotros acompañábamos un partido de pool con unas cervezas. Tuve oportunidad de intercambiar unas palabras con el pianista. Que linda cuidad Manhattan.

La música era suave y la luz tenue del lugar daban al entorno una mística tan grande, no queríamos dejar la cuidad. Volvimos a la superficie por unos minutos, abandonamos la música, necesitábamos disfrutar un cigarro en ese tan ameno contexto.
Fue ahí donde conocí a un peculiar personaje. Un moreno de 1.90mts. de alto, calculo que pesaba más de 100kg, que se encontraba en plena batalla contra su borrachera.
Se acerca, se presenta, nos presentamos.
Traté de explicarle donde queda Uruguay pero él estaba enfocando toda su concentración en tratar de no caerse. Era muy difícil entender sus palabras, balbuceos mejor dicho, pero las miradas eran claras... buena onda. Creo que yo le parecía gracioso pero debo reconocer que para mi el gracioso era él.

En Manhattan la gente se emborracha igual que en Montevideo, es solo que hablan en otro idioma.
El miedo hacia la policía es muy grande, aquí son intocables de verdad, prenden las sirenas para cruzar cada esquina...creo que esa es su principal labor al igual que comer donas.
Los que tienen el día muy ocupado a simple vista son los bomberos.

El silencio se apoderó de la situación; el moreno, cuyo nombre no recuerdo, de un momento a otro comienza a mirarme fijamente, clara mirada de borracho que espera algún tipo de algo del otro lado; le devolví la mirada y pasamos un segundo, que duró muchísimo, en silencio, con los ojos clavados en el otro. Sin romper el silencio extiende su mano, la coloca sobre mi cabeza y comienza a masajear mi cabello con la punta de sus dedos (enormes). Por algún motivo le llamó la atención mi cabeza.

Se me ocurre que fue pelado toda su vida, o que espera algún día tener el pelo suave; es que recién me había bañado...¡y se lo expliqué!
Se me ocurre que uno vio tan extraño al otro, y viceversa, que fue muy difícil catalogar al otro como lo mismo que uno.
También se me ocurrió que fuera gay o bisexual... lo borré de mi mente al instante.
Minutos más tarde...
El moreno durmiendo en una silla, al fondo del bar, ahogado y mareado por el jazz que seguía sonando... Que linda cuidad Manhattan.

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