lunes, 9 de julio de 2012

LO LLEVO CONMIGO



Ver como dos ciudades se logran definir a través de siluetas, muy diferentes, lo natural contra lo manufacturado, la simetría contra el azar. Sin embargo, la identidad del país unifica y vuelve uno a dos lugares en ciertos aspectos contrarios. El nacionalismo es más fuerte, el idioma, la bandera roja con luna y estrella que flamea por todos lados; las costumbres. El característico té en el pocillo de vidrio acompañado de gustos que se fuman, en complejas narguilas, funcionales y a la vez lienzos de los diseños más típicos. Llenas de arabescos y colores hacen del acto de fumar un ritual.
Las comidas, me hacen sentir un poco más cerca de casa, aunque no demasiado. Podría cerrar los ojos y bastaría con probar un poco para reconocer el lugar en donde estoy. También podría abrirlos para ver formas que no serían capaces de pertenecer a otro lugar.
Alfombras que en ocasiones tapizan fachadas y se extienden hasta las veredas, se puede pisar.
Complejos dibujos denotan un trabajo maravilloso y componen distintos objetos según su forma y materialidad; toallas, almohadones, trapos y las infaltables ya mencionadas alfombras.
Los rebuscados diseños tienen su razón de ser en diversos metales y porcelanas; infinitos cacharros por doquier: narguilas, lámparas, ceniceros... adornos de todo tipo. Antigüedades antiguas y no tanto. Por momentos no puedo evitar creer que aquí todo es apto para ser utilizado como soporte artístico. Se salen del papel y despliegan expresión en casi todo.



Llamó poderosamente mi atención ésta imagen que se repetía (sin importar de que parte de Turquía estemos hablando) en cada puerta, en cada comercio, incluso en las ropas. Se cree fuertemente que las malas ondas son rechazadas y solo lo bueno queda. No podía dejar de verlo como “el ojo que todo lo ve”, que todo lo cuida, que nada malo puede suceder. En varias ocasiones, luego de interactuar con alguna persona, sin importar el lugar o el motivo, la despedida era acompañada de un alfiler de gancho del cuál pendía el místico objeto. Enganchado en mi remera, a la altura del corazón, llevo uno conmigo.


Matiolo

No hay comentarios :

Publicar un comentario

...