sábado, 2 de junio de 2012

Ya hace tres días que estoy en Beijing y sinceramente no lo encuentro muy poético. Es difícil dar con la inspiración y ponerse a escribir pero mantengo la cordura, siento la necesidad de registrarlo de alguna forma.

Aquí los occidentales no son tan bien recibidos, yo creo que nos ven como una especie de seres a los que hay que venderles lo que sea. El regateo es la única interacción que logré tener y gracias a una calculadora que fue mediática. Espero no malacostumbrarme.

Las cosas valen la impresión que genere tu cara y casi siempre termina costando un cuarto. ¿Habrán perdido el orgullo? Probablemente todo sea más barato que lo barato que es para nosotros.
Recuerdo un libro que leí hace un tiempo, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, el cuál recomiendo, y por momentos, la indigencia y la desvalorización me recuerdan a todo lo que Huxley dejaba por fuera de ese “mundo feliz”.

Ésta es mi vaga introducción a la capital de un país enorme que todavía no logro entender, en donde unos pocos pesos son tan codiciados que cambian las formas, en donde de seguro no se roba por miedo en vez de por honor.

Todos, creo yo, supimos tener la versión china de algo un poco mejor mientras que aquí saben tener la versión china de la china... y la china de la china de la china.

Matiolo

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