lunes, 21 de mayo de 2012

CUANDO MIS OJOS BRILLARON

Por primera vez desde que comenzó el viaje el contexto logró golpearme tan fuertemente que de seguro quedará una cicatriz. No dudo que de repente ya tenga alguna pero sin duda ésta es la más consciente de todas, Hiroshima.
Ver y caminar la cuidad, moderna, reconstruida, haciendo muy difícil de imaginar todo su pasado, incluso hasta negandolo por momentos y no por mi sino que por ella misma.
Basta con acercarse de a poco al centro de la cuestión, a la “bombing zone”, para darse cuenta que todas esas conjeturas son erradas.

Creo que nunca había abierto tanto los ojos como cuando parado en una esquina, mirando hacia una construcción en ruinas, mitad caída mitad en pie, me dijeron: “justo arriba de eso explotó la bomba nuclear y es por eso que sigue en pie”. Helado frente a esa imagen me quedé por unos minutos...

Dato nuevo para mi es que la bomba explotó en el aire y gracias a la onda expansiva que generó fue posible que una de las grandes construcciones, la que estaba exactamente abajo, se salvara de la destrucción.

Fuera del cerco que la rodea, verde por todos lados y tintes de varios colores en algunas zonas, componen un parque enorme, de los más importantes simbólicamente hablando según mi criterio.
Todavía muy cerca de allí completa el paisaje un montón de estudiantes, niños de entre 12 y 16 años imagino, que se nos acercaron en una oportunidad. Resulta que estaban estudiando inglés y una de las tareas que les habían asignado era realizar una encuesta. Tuvimos el placer de ayudarlos. Sus preguntas divagaban entre: ¿Qué piensas de la bomba? y ¿ Qué podemos hacer nosotros desde acá para lograr mantener la paz?
Me sorprende la amabilidad y simpatía de los niños que se mostraron muy agradecidos por haber colaborado. De seguro crecen y continúan siendo de esa forma, tal como me lo demuestran todos hasta el momento.

Fuentes, monumentos abstractos en piedra rodeados de adornos y ofrendas caracterizadas por los colores, brillantes y variados, mensajes de amor y paz por todas partes eran elementos que se veían a lo largo de todo el parque.





































Un coro de niños daba una cortina sonora a todo lo que sucedía a los pies de uno de los monumentos. Tuve la voluntad de parar unos minutos a escuchar... y respirar todo lo que pude de ese aire que no viene solo sino que lo acompaña una sensación extraña que logra estremecer todo el cuerpo. Los escalofríos vendrían después.

El museo en memoria de los hechos también se encuentra recorriendo el parque y es el encargado no solo de informar a través de datos históricos sino que su principal cometido, según yo, concientizar... lejos de victimizar... con un lenguaje que por momentos te llenaba de miedo y terror.

Se cristalizan los ojos al ver tanto sufrimiento, tanto daño, destrucción total que no solo se ve sino que se siente, en el cuerpo, se respira, en un pueblo que desborda amor y paz... y sabe perdonar día a día...
y lo admiro.

Matiolo

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